Letras galegas en Qué leer

Na entrega nº 161 da revista Qué leer, a primeira deste 2011 que comezou a andar, aparece a miña habitual crónica mensual, na que realizo unha semblanza biográfica e literaria de Francisco Fernández del Riego para lectores non galegos, demais de salientar brevemente tres volumes de actualidade. Reproduzo abaixo a miña colaboración sobre don Paco:

 

La figura de Francisco Fernández del Riego (Vilanova de Lourenzá, Lugo, 1913- Vigo, 2010) ocupa un espacio tan relevante en la historia contemporánea de Galicia que con certeza a partir de ahora su figura se va a ir engrandeciendo de manera natural e iremos dándonos cuenta de lo que hemos perdido y, sobre todo, valorando en su justa medida la monumental labor que llevó a cabo en el campo de la política, la literatura, la promoción del idioma gallego, el activismo cultural o el periodismo…, en general en todos aquellos lugares en los que su presencia fuera requerida para apuntalar, promover o asentar la identidad gallega.

En una ocasión, hace algunos años, en su despacho de la Biblioteca Penzol, que dirigió hasta hace apenas unos pocos meses, aún me manifestaba su desazón, más bien rabia e impotencia, por haber tenido que abandonar la facultad de Derecho compostelana donde en 1936 ya impartía clases. En aquel momento, y a pesar de su juventud, Del Riego era una figura extraordinariamente relevante en el movemento nacionalista republicano, tanto desde el seno del Partido Galeguista como en el de las Mocedades Galeguistas, además de participar en numerosas actividades del Seminario de Estudos Galegos.

Tras la guerra civil, Del Riego se convirtió en un baluarte del galleguismo en la clandestinidad y, prácticamente, bien tomó parte o bien animó casi la totalidad de las iniciativas políticas, culturales y literarias para la defensa de nuestra identidad en tiempos oscuros. La reorganización del galleguismo del interior; la fundación de la editorial Galaxia en el año 1950; la dirección de la revista Grial que desempeñó junto con Ramón Piñeiro en sus cien primeros números; la iniciativa –desenvuelta en el seno de la Real Academia Galega a la que pertenecía desde los años cincuenta y que llegó a presidir y renovar intensamente en los años noventa- de promocionar nuestros autores a través de la convocatoria del Día das Letras, la puesta en marcha de la Fundación Penzol y, sobre todo, de la Biblioteca Penzol, que aún hoy acoge la mayor colección de libros de y sobre Galicia del mundo, de inestimable valor parda los investigadores de ayer y hoy, se deben a su férrea voluntad y a su enorme capacidad de trabajo.

Francisco Fernández del Riego, por Antón Pulido

No abandonó tampoco la actividad literaria que supo compatibilizar con la labor de editor durante muchos años en Galaxia. Su actividad como crítico literario y como columnista –hasta hace apenas unos meses mantenía un espacio semanal en La Voz de Galicia; sus ensayos –sobre todo su Historia da Literatura Galega  (1951) y su Diccionario de escritores en lingua galega (1990) fueron fundamentales en su tiempo-, sus libros de memorias personales, sus abundantes estudios sobre los personajes que trató en su larga vida y a los que se le dedicaron el Día das Letras Galegas,  su intensísimo labor epistolar que se dió a conocer sólo parcialmente, o incluso su novela O cego de Pumardedón (1992) se antojan como básicos para entender parte de nuestro pasado cultural y literario más inmediato.

Galardonado por su trabajo por distintas instituciones culturales y académicas, en su perfil humano no ocupaba un espacio menor su accesibilidad para cualquier investigador, su cordialidad y su extraordinaria memoria. Por todo esto Del Riego era una figura apreciada y respetada por personas de muy distinta orientación política e ideológica.

Distintas instituciones culturales de Galicia ya preparan un homenaje de toda Galicia que se celebrará el siete de enero, día en el que cumpliría 98 años. Se marchó uno de los “bos e xenerosos” como expresa nuestro himno, pero su presencia estará siempre viva en la memoria de los que lo conocimos y, sin duda, en toda su obra.